En una nueva escalada de la guerra comercial, el gobierno chino anunció la imposición de aranceles adicionales del 34% a todas las importaciones provenientes de Estados Unidos, medida que entrará en vigor el próximo 10 de abril. Esta decisión se presenta como una represalia directa a las últimas tarifas impuestas por el presidente Donald Trump, que llevaron los aranceles totales sobre productos chinos hasta un 54%.
Además de los aranceles, China implementó una serie de sanciones complementarias que incluyen la prohibición de exportar minerales clave de tierras raras a Estados Unidos, la ampliación de su “lista de entidades no confiables” con 11 nuevas empresas estadounidenses y una investigación por dumping contra equipos médicos estadounidenses e indios.
El Ministerio de Finanzas chino calificó las medidas de Trump como “incompatibles con las normas del comercio internacional”. La respuesta de Beijing generó una reacción inmediata en los mercados: las bolsas europeas y estadounidenses sufrieron fuertes caídas, el Nasdaq entró en territorio bajista y el precio del petróleo descendió a 62 dólares el barril.
A pesar de un informe de empleo positivo en EE.UU., los analistas advierten que los temores a una recesión global crecen, mientras Trump declaró que China “entró en pánico” y dejó abierta la posibilidad de aplicar más sanciones en los próximos días. La tensión entre las dos economías más grandes del mundo vuelve a sacudir el tablero económico global.
