Pablo Neruda, uno de los poetas más influyentes del siglo XX, es reconocido por su inmenso legado literario y su compromiso político. Sin embargo, su vida personal estuvo marcada por una historia que pocos conocen y que ensombrece su imagen: el abandono de su única hija, Malva Marina, quien nació con hidrocefalia y murió a los ocho años sin haber recibido el amor ni el apoyo de su padre.
Neruda, galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1971, ha sido celebrado por su poesía apasionada y su sensibilidad social. No obstante, en el ámbito privado, mostró una cara menos conocida. En 1934, mientras era cónsul de Chile en España, su esposa María Antonieta Hagenaar (Maryka) dio a luz a Malva Marina. La niña nació con una condición neurológica que le provocó un crecimiento anormal del cráneo y diversas complicaciones de salud.

Lejos de demostrar compasión o preocupación por su hija, Neruda la describió con palabras crueles en sus cartas, refiriéndose a ella como «vampiresa de tres kilos» y un «ser perfectamente ridículo». Apenas dos años después, el poeta abandonó tanto a la niña como a su esposa para iniciar una nueva vida con Delia del Carril, su amante y posterior esposa.

Tras la partida de Neruda, Maryka Hagenaar luchó por mantener a su hija en medio de dificultades económicas. Sin apoyo del poeta, quien se negó a pagar siquiera una mensualidad de 100 dólares, la madre terminó entregándola a una familia adoptiva en los Países Bajos. Pese a las adversidades, Malva Marina sobrevivió hasta los ocho años, cuando falleció en la ciudad de Gouda.
La reacción de Neruda ante la noticia de la muerte de su hija fue el silencio absoluto. No envió un mensaje, no hizo mención en sus memorias y jamás le dedicó un solo verso, a pesar de que su poesía se caracterizaba por exaltar el amor y el sufrimiento humano.
