La muerte de Priscila Bianca Galván, una cadeta de 22 años, ha desatado indignación en Tucumán. La familia denuncia negligencia durante su entrenamiento en la Escuela de Cadetes de la Policía, pidiendo que se investiguen las condiciones que llevaron a su descompensación.
El 4 de febrero, en plena ola de calor de más de 40°C, Priscila sufrió una grave descompensación mientras realizaba ejercicios físicos sin protección adecuada. Fue internada de urgencia con sangrado en la boca y nariz. Los médicos diagnosticaron rabdomiólisis, falla renal e hipertermia. A pesar de los esfuerzos médicos, Priscila falleció el 27 de febrero, luego de 23 días en terapia intensiva por falla multiorgánica.
La familia asegura que Priscila era una joven sana y que su muerte fue causada por la sobreexigencia física y la falta de controles médicos. Además, denuncian que no se le practicó una autopsia y que las autoridades brindaron información contradictoria sobre su diagnóstico inicial, indicando erróneamente que tenía una infección urinaria.
Desde la Secretaría de Seguridad de Tucumán, minimizan el caso y defienden la exigencia física, calificándola como adecuada para futuros policías. Sin embargo, las declaraciones oficiales provocaron más indignación, y la familia exige respuestas. Ya han realizado marchas y protestas para exigir justicia y una revisión de los protocolos de seguridad en la formación de cadetes.
El caso plantea interrogantes sobre los límites de los entrenamientos en las fuerzas de seguridad y la responsabilidad estatal en la protección de los cadetes. La familia de Priscila busca que su muerte no quede impune y se haga justicia.
